lunes, 31 de octubre de 2011

Alimentación en la Prehistoria


     La imagen de los homínidos devorando carne cruda, está demasiado arraigada en nuestra cultura como para hacerla olvidar; sin embargo, las primeras dietas humanas fueron más vegetales que animales. Existen varios métodos que los investigadores utilizan para conocer la dieta alimenticia de los primeros humanos. En este artículo sólo haremos alusión a los más frecuentes.

     Si afirmamos que nuestros ancestros no podían comer lo que no tenían a su alcance, parece una perogrullada; pero el conocimiento de la flora y la fauna en cada una de las épocas, y también con un criterio geográfico, aunado a la utilización de útiles y armas para la caza permiten definir cuáles eran las plantas y animales más frecuentes en cada una de las épocas. Una vez conocidos los elementos alimentarios a los que el hombre tenía acceso en la antigüedad, según la zona en la que habitaba y la época en la que vivió, ya se puede deducir una parte de la dieta; el análisis ocular y químico de los restos humanos encontrados, nos dará la siguiente pista.

     En efecto, la forma de la mandíbula, las inserciones musculares en la misma y la disposición y forma de los dientes, determinan el régimen alimenticio de sus poseedores. Una dentadura de dientes gruesos y planos denuncia una alimentación de tipo vegetal, mientras que una mandíbula con dientes afilados, con la presencia de incisivos, da idea de un frecuente consumo de carne. También las huellas que se aprecian en el esmalte de los dientes, en exámenes con el microscopio de barrido electrónico dan pistas para conocer el tipo de alimentos que masticaban aquellos humanos ya que una mayoría de huellas estriadas verticales nos hablan de un gran consumo de carne mientras que si son horizontales, denuncian una alimentación de preferencia vegetal. Estos detalles unidos a la pulimentación que sufren los dientes al masticar hojas, determinan de manera clara el tipo de dieta de los primeros humanos que, en su mayoría, presentan huellas dentales de orientación oblicua que permiten afirmar a los investigadores que los seres humanos pasaron de una dieta vegetal a una de tipo omnívoro.

     Si a esta observación ocular se añade un análisis químico, todavía se puede afinar más en la definición de la dieta. La proporción hallada en los dientes de carbono 13, con respecto al carbono 12, puede determinar un consumo masivo de carne, mientras que el porcentaje del estroncio sobre el calcio es menor en los que consumían carne que en aquellos cuya dieta era rica en verduras. Por último, una alta concentración de nitrógeno 15 indica el consumo frecuente de alimentos de origen lácteo.

     Pero también hemos dicho que la alimentación varía según las épocas por lo que se puede afirmar el hecho de que en el Mioceno, la dieta más extendida era la del consumo de vegetales, insectos y, de manera ocasional, algún animal pequeño. Ya en el Plioceno, comienza el uso de la carne, bien por medio del consumo de carroña, bien por medio de la caza, aunque todavía una gran parte de la dieta se basa en los vegetales.

     En el Paleolítico, la carne, y mucho más tarde el pescado, se convierten en la base dietética de los humanos, aunque su consumo de vegetales sigue siendo muy alto hasta que en el Neolítico comienza el consumo de los cereales y los productos lácteos. El cultivo de cereales y la cría de animales permiten la utilización de la leche y, con la aparición de la cerámica, los primeros purés y papillas. Este cambio alimentario tiene como primera consecuencia la aparición de las caries que eran raras en los dientes hallados en los yacimientos pertenecientes a la época del Paleolítico. Sabido todo esto, los investigadores están en disposición de afirmar el tipo de dieta que consumían nuestros ancestros.

     Michel Brunet descubrió en el Chad un cráneo, dos fragmentos de mandíbula inferior y tres dientes aislados. A este espécimen de siete millones de años de antigüedad, le bautizaron con el nombre de Tumai. Brunet afirma que la morfología dental y el espesor de esmalte, Tumai comía raíces, frutas, frutos secos y hojas tiernas. Mucho más tarde, los australopitecos añadieron a su dieta algunos pequeños roedores, serpientes, huevos e insectos, aunque los humanos del tipo Paranthropus, consumían únicamente vegetales.

     El aparato masticador del homo habilis, declara que los dos tercios de su alimentación eran de origen vegetal aunque ya comienza a cazar pequeñas presas. El homo erectus, por su parte, si bien continúa basando su dieta en materias vegetales, comienza a consumir carne de manera regular gracias a sus habilidades para la caza y los útiles que empieza a fabricar y a utilizar para sus tareas.
     El hombre de Neandertal, es el más carnívoro de todos los conocidos hasta el día de hoy, y es el primero, que se sepa, que empieza a consumir peces como alimento, impulsado muchas veces, según las regiones en las que habita, por la falta de vegetales en su entorno. Por último, aparece el homo sapiens, nuestra especie que es la que más ha evolucionado en el plano alimenticio, en el menor espacio de tiempo ya que, de recoger vegetales y cazador nómada, pasa a ser agricultor y ganadero, y a desarrollar ambas habilidades hasta convertirlas en industria.

     El cambio de la vida nómada a la sedentaria trae novedades a la vida humana, y no siempre para mejorar la calidad de vida ya que algunos autores sostienen que, la promiscuidad que se da en los primeros asentamientos y luego la proximidad entre estas aldeas, favorecieron el desarrollo de enfermedades infecciosas graves como es el caso de la tuberculosis. En resumen, la dieta desde el primer homo sapiens hasta hoy, no ha cambiado demasiado puesto que seguimos basando nuestra dieta en las proteínas animales; pero si todavía consumimos carne como nuestros antepasados, la calidad de ésta ha cambiado completamente ya que, debido a los métodos masivos de producción, la carne que consumimos hoy tiene mucha más grasa que la usada en la prehistoria y por lo tanto es más tierna… y mucho menos sana.

     Como hemos visto, nuestros hábitos alimentarios no han cambiado tanto desde entonces. La salivación que todavía nos produce el olor a leña quemada y carne asada, el rechazo de muchos niños hacia las verduras y la tendencia general a consumir la carne de res poco hecha, nos hablan de una impronta genética que nos impulsa a una alimentación básicamente carnívora.

Evolución Ontogénica


La ontogénesis humana es el proceso mismo de hominización referido al individuo completo. En este proceso, hay que tener en cuenta que una cosa es el cigoto, la vida específicamente humana, otra el nuevo organismo individual de la especie humana  y otra la aparición de un nuevo ser personal.
§A la hora de plantear estas cuestiones se suelen cometer dos inexactitudes. La primera es considerar que toda la información para el desarrollo del nuevo ser esta ya contenido en el ADN originario, y la segunda no distinguir distintos momentos desde la concepción hasta el nacimiento.

martes, 25 de octubre de 2011

Evolución Filogenética


La filogenia es la historia de la evolución de un grupo de organismos o, de acuerdo con Colin Tudge, la «genealogía con mayúscula», ya que se ocupa de la relación existente entre especies, familias, órdenes... Para ello, los biólogos se han basado en la morfología, la citología, el registro fósil, etc. Hoy, las técnicas de Biología Molecular son imprescindibles para dilucidar las relaciones entre organismos.

La filogenia se puede representar gráficamente mediante árboles filogenéticos. Como su nombre indica, se trata de dibujos con aspecto de árbol. En la base del tronco estaría el antepasado común de todos los organismos, y de él partirían unas ramas, de las cuales saldrían ramas más finas, y de éstas ramitas, etc., hasta llegar a las especies actuales, dispuestas en los extremos de las últimas ramificaciones.

Los árboles filogenéticos más antiguos recordaban a un abeto o, mejor dicho, a un poste del cual salían ramitas más finas (Figura 1). En la parte alta del árbol se situaba un individuo de nuestra especie, preferiblemente de sexo masculino, raza blanca, anglosajón y protestante (es decir, el típico WASP). Probablemente, esto se debía a que los científicos que elaboraban los árboles eran WASPs. Además, se creía que la evolución tendía hacia la perfección: había una escala de progresión que iba desde los microbios hasta nuestra especie (dentro de la cual, por supuesto, había razas más evolucionadas que otras).
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Fig. 1.- Árbol de la vida clásico, con un tronco principal que conduce hasta nosotros.

Hoy se tiende a desechar esa idea, y los árboles filogenéticos se parecen más a zarzas que a abetos (Figura 2). No hay especies más evolucionadas que otras; simplemente, sus estrategias de supervivencia son diferentes. ¿Por qué ha de ser más evolucionado un chimpancé que el moho que echa a perder la fruta en el frigorífico? De acuerdo, el moho tiene menos cerebro que el chimpancé (mejor dicho, carece de cerebro), pero le va de maravilla, y prospera por toda la Tierra. Probablemente, nos sobrevivirá, y enmohecerá nuestras tumbas. En cambio, los chimpancés, con toda su inteligencia, tienen un futuro bastante menos halagüeño. Al paso que vamos, sólo aguantarán en los zoológicos o a base de hacerse fotos en brazos de los turistas, vestidos de marineritos...
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Fig. 2.- Árbol filogenético realizado según criterios actuales. Las ramas que no alcanzan la parte superior se supone que corresponden a taxones extinguidos.

El Origen del Hombre: Teoría Religiosa




¿Es posible que Dios se valiera de la evolución para hacer al hombre a partir de los animales? ¿Dirigió Dios el desarrollo de las bacterias transformándolas en peces, y luego en reptiles y mamíferos, para que finalmente una especie de simios llegara a convertirse en seres humanos? Hay científicos y líderes religiosos que afirman creer tanto en la teoría de la evolución como en lo que enseña la Biblia, alegando que el relato bíblico de la creación es simbólico. Puede que usted mismo se pregunte si la teoría de que el ser humano ha evolucionado de los animales es compatible con la Palabra de Dios.
Dirigiéndose a griegos cultos, el apóstol Pablo dijo: “Dios [...] hizo de un solo hombre toda nación de hombres”
Saber de dónde venimos es fundamental para comprender quiénes somos, adónde vamos y cómo debemos vivir. Solo si conocemos el origen del hombre, podremos entender por qué ha permitido Dios el sufrimiento y qué tiene pensado para nuestro futuro. Si no estamos convencidos de que Dios es nuestro Creador, no podremos tener una buena relación con él. Por lo tanto, analicemos lo que la Biblia enseña sobre el origen, la condición actual y el futuro del ser humano. De ese modo comprobaremos si la Biblia y la teoría de la evolución pueden ser compatibles.

Cuando había un solo hombre

Los evolucionistas en general afirman que una población de animales se desarrolló gradualmente hasta formar una población de humanos, lo que contradice que en algún momento existiera un solo hombre. Por otro lado, la Biblia presenta un planteamiento muy distinto, pues afirma que nos originamos de un solo hombre, Adán. De hecho, habla de este primer hombre como un personaje histórico, e incluso menciona los nombres de su mujer y de algunos de sus hijos. Nos da detalles en cuanto a qué hizo, qué dijo, cuándo vivió y cuándo murió. Jesús nunca consideró este relato como un cuento para gente inculta. Es más, cuando en cierta ocasión se dirigió a instruidos líderes religiosos, les dijo: “¿No leyeron que el que los creó desde el principio los hizo macho y hembra [...]?” (Mateo 19:3-5). A continuación, refiriéndose a Adán y Eva, Jesús citó las palabras de Génesis 2:24.
Mujer leyendo la Biblia
Lucas, un escritor bíblico e historiador riguroso, presentó a Adán como una persona tan real como Jesús mismo, pues trazó la genealogía de Cristo retrocediendo hasta aquel primer hombre (Lucas 3:23-38). Y fíjese en lo que el apóstol Pablo dijo al dirigirse a un auditorio que contaba con la presencia de filósofos educados en las prestigiosas escuelas griegas: “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él [...] hizo de un solo hombre toda nación de hombres, para que moren sobre la entera superficie de la tierra” (Hechos 17:24-26). Está claro que, según la Biblia, todos descendemos de “un solo hombre”. Entonces, ¿es compatible la evolución con lo que la Biblia enseña sobre el origen de la humanidad?

El hombre se aleja de la perfección

Según la Biblia, Jehová creó perfecto al primer hombre. Es imposible para Dios obrar de otro modo. El relato de la creación dice: “Dios procedió a crear al hombre a su imagen [...]. Después de eso vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno” (Génesis 1:2731). ¿En qué sentido era Adán un hombre perfecto?
Mientras que la evolución presenta al hombre moderno como la versión mejorada de un animal, la Biblia lo presenta como la versión deteriorada de su antepasado perfecto
Era perfecto porque tenía libertad de decisión y podía imitar a plenitud las cualidades divinas. La Biblia afirma: “El Dios verdadero hizo a la humanidad recta, pero ellos mismos han buscado muchos planes” (Eclesiastés 7:29). En efecto, fue Adán quien optó por rebelarse contra Dios. Como resultado, perdió la perfección y privó de ella a sus descendientes. Esto explica la frustración que sentimos cuando queremos hacer las cosas bien y no lo logramos. Es tal como escribió el apóstol Pablo: “Lo que deseo, esto no lo practico; sino que lo que odio es lo que hago” (Romanos 7:15).
Según la Biblia, un hombre perfecto podría vivir para siempre en perfecta salud. Por lo que Dios le dijo a Adán, es obvio que este no habría muerto jamás si hubiera sido obediente (Génesis 2:16, 173:22, 23). Además, Jehová no habría calificado de ‘muy buena’ la creación del hombre si este hubiera tenido la tendencia a enfermar o a rebelarse. La pérdida de la perfección explica por qué el cuerpo humano, aunque maravillosamente diseñado, es vulnerable a deformidades y enfermedades. Por lo tanto, la evolución es incompatible con la Biblia: mientras que la evolución presenta al hombre moderno como la versión mejorada de un animal, la Biblia lo presenta como la versión deteriorada de su antepasado perfecto.
La idea de que Dios se valiera de la evolución para hacer al hombre también es incompatible con lo que la Biblia dice sobre la personalidad de Dios. Si Dios hubiera controlado el proceso evolutivo, eso significaría que ha sido él quien ha conducido a la humanidad a su lamentable estado actual. Sin embargo, la Biblia describe así al Creador: “La Roca, perfecta es su actividad, porque todos sus caminos son justicia. Dios de fidelidad, con quien no hay injusticia; justo y recto es él. Ellos han obrado ruinosamente por su propia cuenta; no son hijos de él; el defecto es de ellos mismos” (Deuteronomio 32:4, 5). Por lo tanto, el sufrimiento que padece la humanidad no es el resultado de un proceso evolutivo dirigido por Dios. Más bien, es la consecuencia de que un hombre se rebelara contra Dios y así perdiera la perfección, con lo que también privó de ella a sus descendientes. Pues bien, hasta aquí hemos hablado de Adán; hablemos ahora de Jesús. ¿Es compatible la evolución con lo que la Biblia dice de Jesucristo?

¿Cristiano y evolucionista a la vez?

“Cristo murió por nuestros pecados.” Seguro que usted sabe que esta es una doctrina básica del cristianismo (1 Corintios 15:31 Pedro 3:18). Para que podamos entender por qué la evolución es incompatible con esta doctrina, primero necesitamos comprender por qué la Biblia dice que somos pecadores y qué efecto tiene el pecado en nosotros.
Todos somos pecadores en el sentido de que no podemos imitar a la perfección las gloriosas cualidades de Dios, como el amor y la justicia. Con razón la Biblia afirma: “Todos han pecado y no alcanzan a la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Las Escrituras enseñan que el pecado es la causa de la muerte. “El aguijón que produce muerte es el pecado”, declara 1 Corintios 15:56. Nuestra herencia pecaminosa también es responsable de las enfermedades que sufrimos. A este respecto, Jesús mismo mostró que hay una relación directa entre la enfermedad y el pecado, pues al sanar a un paralítico, le dijo: “Tus pecados te son perdonados” (Mateo 9:2-7).
¿Cómo nos beneficia la muerte de Jesús? La Biblia hace un contraste entre Adán y Jesucristo al decir: “Así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos serán vivificados” (1 Corintios 15:22). Al sacrificar su vida, Jesús pagó el precio por el pecado que heredamos de Adán. De este modo, todo aquel que tenga fe en Jesucristo y le obedezca recibirá lo que Adán perdió: la vida eterna (Juan 3:16Romanos 6:23).
¿Ve usted por qué la evolución es incompatible con el cristianismo? Si ponemos en duda que ‘en Adán todos estamos muriendo’, ¿cómo podemos esperar que ‘en el Cristo todos vayamos a ser vivificados’?

¿Por qué atrae a tantos la evolución?

La Biblia revela por qué se han hecho tan populares enseñanzas como la evolución: “Habrá un período en que no soportarán la enseñanza saludable, sino que, de acuerdo con sus propios deseos, acumularán para sí mismos maestros para que les regalen los oídos; y apartarán sus oídos de la verdad, puesto que serán desviados a cuentos falsos” (2 Timoteo 4:3, 4). Pese a que, por lo general, la evolución se presenta en términos científicos, en realidad es una doctrina religiosa. ¿Por qué decimos eso? Porque enseña una filosofía de vida y una determinada postura para con Dios. Sus enseñanzas apelan sutilmente a la inclinación egoísta e independiente del ser humano. Muchos partidarios de la evolución aseguran creer también en Dios. Sin embargo, al mismo tiempo afirman sin reparos que Dios no ha creado nada, que no interviene en los asuntos del hombre y que no juzgará a la gente. Se trata de un credo que les dice lo que quieren oír.
A menudo, lo que impulsa a los defensores de la evolución no son los hechos, sino “sus propios deseos”, como el de ser aceptados por la comunidad científica, donde la evolución es la doctrina ortodoxa. El destacado bioquímico Michael Behe, quien ha dedicado casi toda su vida a la investigación de las complejas funciones internas de la célula, señaló que quienes enseñan la evolución de la estructura celular no tienen base para sus afirmaciones. ¿Es posible que la evolución se dé a escala diminuta, a nivel molecular? Michael Behe responde: “La evolución molecular no se basa en la autoridad científica. No hay publicación de la bibliografía científica —en revistas prestigiosas, publicaciones especializadas o libros— que descri[ba] cómo ocurrió o pudo haber ocurrido la evolución molecular de cualquier sistema bioquímico real y complejo”. Y añade: “La afirmación de la evolución molecular darwiniana es pura bravata”.

lunes, 24 de octubre de 2011

La teoría de la evolución de Darwin


Uno de los libros que el joven Charles Darwin había escogido de compañía en su viaje era Principios de Geología, el autor del que era su amigo Charles Lyell (1797-1875). Lyell explicaba los cambios del pasado en la superficie de la tierra por la acción gradual de las mismas causas observables que en el presente actúan, es decir, defendía que el funcionamiento geológico no había cambiado y que iba con extrema lentitud. Darwin asumió este planteamiento de Lyell: los cambios biológicos en el pasado se explican por las mismas causas que actúan en el presente. Otro libro influyó en el joven pensamiento de Darwin, el Ensayo sobre el principio de población de Thomas Malthus (1776-1834), en el cual habla de la inevitable lucha por la vida y de la ventaja que en ésta tienen los individuos más bien dotados; de aquí emerge la célebre idea de la selección natural.
Charles Darwin
El origen de las especies
Es conocido que, independientemente de Darwin, el naturalista inglés Alfred Wallace (1823/1913), tras viajar por la Amazónica y otros lugares, llegó a las mismas conclusiones en los mismos años. La elevada calidad personal de ambos naturalistas evitó polémicas sobre quién fue el primero en establecer las ideas claves de la teoría de la evolución. En el año 1858 apareció una publicación conjunta: un artículo de Wallace sobre la evolución y un resumen de las ideas evolucionistas que Darwin exponía en su manuscrito El origen de las especies por medio de la selección natural, que no osó publicar hasta el 1859. Fue el mismo Wallace quién comenzó a utilizar la expresión darwinismo para designar este común conjunto de ideas.

La teoría evolutiva o darwinismo se concreta en los siguientes puntos o postulados:
  1. Las formas de vida no son estáticas sino que evolucionan; las especies cambian continuamente, unas se originan y otros se extinguen.
  2. El proceso de la evolución es gradual, lento y continuo, sin saltos discontinuos o cambios súbitos.
  3. Los organismos parecidos se hallan emparentados y descienden de un antepasado común. Todos los organismos vivientes pueden remontarse a un origen único de la vida.
  4. La selección natural es la llave, en dos fases, que explica todo el sistema.
    La primera fase es la producción de variabilidad: la generación de modificaciones espontáneas en los individuos.
    La segunda, la selección a través de la supervivencia en la lucha por la vida: los individuos mejor dotados, los que han nacido con modificaciones espontáneas favorables para hacer frente al medio ambiente van a tener más posibilidades de sobrevivir, de reproducirse y de dejar descendencia con estas ventajas.

Charles Darwin, en su libro de 1871 titulado El origen del hombre y sobre la selección en relación con el sexoaplica directamente al homo sapiens las anteriores ideas evolucionistas. Obviamente, las teorías evolucionistas desencadenaron polémicas y violentos críticas; para mucha gente constituía un insulto intolerable a la raza humana. Con el darwinismo, el ser humano ya no era un ser especial y diferenciado, sino, como el resto de los seres vivos, resultado de un mismo proceso vital.
Los postulados 1º y 3º, a saber, la afirmación de un mundo en evolución sustituyendo la idea de un mundo estático y la afirmación de la comunidad de descendencia partiendo de un antepasado común, fueron aceptados pronto por la mayor parte de científicos serios. Sin embargo, polémicas y caricaturas mostraban un rechazo popular a la inclusión del hombre en la comunidad de descendencia de los animales.

El 2º postulado, el del gradualismo, siguió trayectorias desiguales: biólogos profundamente convencidos de las ideas evolucionistas, por ejemplo Thomas Henry Huxley, nunca aceptaron un origen gradual y continuo de las especies, defendiendo, alternativamente, un origen saltacionista.
Caricatura de Darwin
El 4º postulado, el que se centra en el mecanismo de la selección natural, ha sido el más discutido tanto por biólogos como por filósofos. El postulado implicaba atribuir al azar un protagonismo que la ciencia determinista del siglo pasado sólo con resistencia podía aceptar: la armonía ascendente del mundo de los ser vivos no podía ser un resultado arbitrario y aleatorio de la selección natural, era una armonía u orden que exigía un proyecto.

domingo, 23 de octubre de 2011

Teoría del Big Bang



El Big Bang, literalmente gran estallido, constituye el momento en que de la "nada" emerge toda la materia, es decir, el origen del Universo. La materia, hasta ese momento, es un punto de densidad infinita, que en un momento dado "explota" generando la expansión de la materia en todas las direcciones y creando lo que conocemos como nuestro Universo.

Inmediatamente después del momento de la "explosión", cada partícula de materia comenzó a alejarse muy rápidamente una de otra, de la misma manera que al inflar un globo éste va ocupando más espacio expandiendo su superficie. Los físicos teóricos han logrado reconstruir esta cronología de los hechos a partir de un 1/100 de segundo después del Big Bang. La materia lanzada en todas las direcciones por la explosión primordial está constituida exclusivamente por partículas elementales: Electrones, Positrones, Mesones, Bariones, Neutrinos, Fotones y un largo etcétera hasta más de 89 partículas conocidas hoy en día.

En 1948 el físico ruso nacionalizado estadounidense George Gamow modificó la teoría de Lemaître del núcleo primordial. Gamow planteó que el Universo se creó en una explosión gigantesca y que los diversos elementos que hoy se observan se produjeron durante los primeros minutos después de la Gran Explosión o Big Bang, cuando la temperatura extremadamente alta y la densidad del Universo fusionaron partículas subatómicas en los elementos químicos.

Cálculos más recientes indican que el hidrógeno y el helio habrían sido los productos primarios del Big Bang, y los elementos más pesados se produjeron más tarde, dentro de las estrellas. Sin embargo, la teoría de Gamow proporciona una base para la comprensión de los primeros estadios del Universo y su posterior evolución. A causa de su elevadísima densidad, la materia existente en los primeros momentos del Universo se expandió con rapidez. Al expandirse, el helio y el hidrógeno se enfriaron y se condensaron en estrellas y en galaxias. Esto explica la expansión del Universo y la base física de la ley de Hubble.

Según se expandía el Universo, la radiación residual del Big Bang continuó enfriándose, hasta llegar a una temperatura de unos 3 K (-270 °C). Estos vestigios de radiación de fondo de microondas fueron detectados por los radioastrónomos en 1965, proporcionando así lo que la mayoría de los astrónomos consideran la confirmación de la teoría del Big Bang.

Uno de los problemas sin resolver en el modelo del Universo en expansión es si el Universo es abierto o cerrado (esto es, si se expandirá indefinidamente o se volverá a contraer).

Un intento de resolver este problema es determinar si la densidad media de la materia en el Universo es mayor que el valor crítico en el modelo de Friedmann. La masa de una galaxia se puede medir observando el movimiento de sus estrellas; multiplicando la masa de cada galaxia por el número de galaxias se ve que la densidad es sólo del 5 al 10% del valor crítico. La masa de un cúmulo de galaxias se puede determinar de forma análoga, midiendo el movimiento de las galaxias que contiene. Al multiplicar esta masa por el número de cúmulos de galaxias se obtiene una densidad mucho mayor, que se aproxima al límite crítico que indicaría que el Universo está cerrado.

La diferencia entre estos dos métodos sugiere la presencia de materia invisible, la llamada materia oscura, dentro de cada cúmulo pero fuera de las galaxias visibles. Hasta que se comprenda el fenómeno de la masa oculta, este método de determinar el destino del Universo será poco convincente.

Muchos de los trabajos habituales en cosmología teórica se centran en desarrollar una mejor comprensión de los procesos que deben haber dado lugar al Big Bang. La teoría inflacionaria, formulada en la década de 1980, resuelve dificultades importantes en el planteamiento original de Gamow al incorporar avances recientes en la física de las partículas elementales. Estas teorías también han conducido a especulaciones tan osadas como la posibilidad de una infinidad de universos producidos de acuerdo con el modelo inflacionario.

Sin embargo, la mayoría de los cosmólogos se preocupa más de localizar el paradero de la materia oscura, mientras que una minoría, encabezada por el sueco Hannes Alfvén, premio Nobel de Física, mantienen la idea de que no sólo la gravedad sino también los fenómenos del plasma, tienen la clave para comprender la estructura y la evolución del Universo.